★☆Myspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter GraphicsMyspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter GraphicsMyspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter GraphicsMyspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter Graphics Myspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter GraphicsMyspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter GraphicsMyspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter GraphicsMyspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter GraphicsMyspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter GraphicsMyspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter GraphicsMyspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter Graphics☆★
El perfume
2007-08-16


Grenouille permanecía inmóvil y sonreía, y su sonrisa, para aquellos que la veían, era la
más inocente, cariñosa, encantadora y a la vez seductora del mundo. Sin embargo, no era en
realidad una sonrisa, sino una mueca horrible y cínica que torcía sus labios y reflejaba todo su
triunfo y todo su desprecio. Él, Jean-Baptiste Grenouille, nacido sin olor en el lugar más
nauseabundo de la tierra, en medio de basura, excrementos y putrefacción, criado sin amor,
sobreviviendo sin el calor del alma humana y sólo por obstinación y la fuerza de la repugnancia,
bajo, encorvado, cojo, feo, despreciado, un monstruo por dentro y por fuera... había conseguido
ser estimado por el mundo. ¿Cómo, estimado? Amado! Venerado! Idolatrado! Había llevado a
cabo la proeza de Prometeo. A fuerza de porfiar y con un refinamiento infinito, había
conquistado la chispa divina que los demás recibían gratis en la cuna y que sólo a él le había
sido negada. más aún! La había prendido él mismo, sin ayuda, en su interior. Era aún más
grande que Prometeo. Se había creado un aura propia, más deslumbrante y más efectiva que
la poseída por cualquier otro hombre. Y no la debía a nadie -ni a un padre, ni a una madre y
todavía menos a un Dios misericordioso-, sino sólo a sí mismo. De hecho, era su propio Dios y
un Dios mucho más magnífico que aquel Dios que apestaba a incienso y se alojaba en las
iglesias. Ante él estaba postrado un obispo auténtico que gimoteaba de placer. Los ricos y
poderosos, los altivos caballeros y damas le admiraban boquiabiertos mientras el pueblo, entre
el que se encontraban padre, madre, hermanos y hermanas de sus víctimas, hacían corro para
venerarle y celebraban orgías en su nombre. A una señal suya, todos renegarían de su Dios y
le adorarían a él, el Gran Grenouille.
posted by Adru Laurent Palmstone at 9:15 p. m. | Permalink |


1 Comments: